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DE TRABAJO SEXUAL, TRATA Y LINCHAMIENTOS MEDIÁTICOS

Por Luis Manuel Arellano *

La línea que divide el trabajo sexual de la trata es muy delgada, casi invisible, que basta una embestida de moralidad y conservadurismo para romperla. La detención y auto de formal prisión en contra de la señora Alejandra Gil Cuervo lo comprueba y añade un elemento bastante preocupante: el uso de los medios de comunicación para lanzar un linchamiento público en contra de la activista así como de APROASE, una estructura de organización por ella fundada, con registro ante notario público, ante CENSIDA y Sedesol, que se creó hace muchos años para resistir la extorsión, la violencia y la doble moral de sociedades hipócritas como la mexicana.

Acusada, junto a uno de sus hijos por el delito de trata, Gil Cuervo ya fue juzgada mediáticamente con una saña que solo puede explicarse si se entiende que detrás del dedo flamígero que la señala existe una campaña de “corrección” social contra el trabajo sexual pero sobre todo en contra de la autonomía del cuerpo de mujeres que han elegido este oficio voluntariamente para ganarse el sustento, y alimentar y educar a sus hijos, desde la economía informal aunque en mejores de quienes trabajan largas jornadas para recibir ingresos que las ponen en miserables bordes de sobrevivencia, sea en el ambulantaje, el trabajo doméstico o la maquila.

Se podrá cuestionar la forma que las trabajadoras sexuales financian con cuotas a sus dirigentes para que construyan diques de seguridad en favor el gremio, pero difícilmente sostener que ello supone el ejercicio de la trata.

Lo paradójico de esta historia es que precisamente un día antes de la detención de Alejandra Gil, se dio a conocer la decisión de una jueza federal de reconocer el trabajo sexual como trabajo no asalariado.

Como cualquier ciudadana, la dirigente de trabajadoras sexuales (ella misma lo fue hace años) tiene derecho a un juicio justo bajo el amparo de sus derechos humanos y en el marco constitucional. Por ello, mientras la autoridad la encuentra culpable o inocente del delito por el que se le acusa habría que esperar a que concluya el desahogo de su defensa, un derecho constitucional que los medios de comunicación le han arrebatado.

¿Quién filtró información de la averiguación previa y otros datos que no fueron el motivo inicial de la detención? Es fácil responderlo porque la asociación Unidos contra la Trata y en particular su dirigente, Rosi Orozco, se han encargado de entregar a diferentes medios un dossier de contenidos, “investigaciones” y adjetivos para golpear la defensa de la Sra. Gil Cuervo.

La campaña mediática, exagerada y por ello perversa, no resiste la mínima revisión de estilo periodístico; hay que leer entre líneas y observar cómo reporteros irresponsables, carentes de ética, que sin haber realizado una investigación propia y con nula capacidad de comprensión de lo que ha representado la lucha por la reivindicación del cuerpo de quienes se dedican al trabajo sexual, han suscrito notas de un amarillismo que parecía enterrado entre las páginas del periodismo vergonzante de nuestra sociedad. Los contenidos divulgados por la prensa escrita y electrónica exhiben una descarada coordinación temática de parte de quien parece encabezar esta cruzada moralista, con una inusitada urgencia para obtener resultados que podrían orientar la interpretación de la denuncia por parte de la autoridad correspondiente.

El manejo tendencioso de reporteros y conductores sobre este caso, ha llegado al grado de que usan las cuentas de Facebook de APROASE y de Alejandra Gil para extraer fotografías de sus actividades, alterar el contexto en que fueron tomadas e ilustrar los contenidos recibidos de parte de Unidos contra la Trata.

No hay el menor atisbo de investigación, no hay búsqueda de otros sectores que mucho podrían hablar sobre el tema, se impone esa impronta de copiar y pegar, muy propia de las redes sociales, para ganar la noticia sobre una mujer que “explotaba” a otras mujeres, que recibía recursos públicos (muy pocos por cierto), que tenía una asociación de “fachada” para sus actividades ilícitas y otras linduras noticiosas aceitadas en una maquinaria perversa que hunde la trayectoria de esta activista por mucho tiempo activo en la lucha contra el VIH/Sida.

Ya juzgarán las autoridades si la dirigente de trabajadoras sexuales está o no vinculada a la trata. Pero lo que debe quedar claro es que con Alejandra Gil procesada o libre, con su organización APROASE disuelta o firme, con la limpieza de trabajadoras sexuales en la calle de Sullivan o su permanencia, el oficio más antiguo del mundo seguirá existiendo y que de continuar con este linchamiento grotesco, lo más probable es que las trabajadoras sexuales se dispersen y vuelvan a resentir el acoso, el chantaje y la violencia de una sociedad hipócrita donde destacan honorables mujeres cuyos maridos, novios o parejas sentimentales, saben más del “sexo servicio” de lo que ellas suponen o imaginan.

– texto publico en : La otra Opinión y replicado con la venia del autor en www.antoniomedina.com.mx

(*) Periodista, @LuisManuelArella

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