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OPINIÓN. La diversidad de la “gran familia mexicana”

Por Mario Alberto Reyes*

Actualmente en México no existe un modelo único de familia, los tiempos en que instituciones como la Iglesia católica sostenían, en buena medida respaldada por los medios de comunicación, que la “célula básica de la sociedad” era la familia tradicional conformada por el padre, la madre, los hijos y hasta una mascota, están quedando en el pasado.

Precozmente podría pensarse que en el año 2000 con la llegada del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República, el gobierno mexicano en alianza con grupos conservadores iniciaría una serie de acciones políticas y mediáticas en aras de posicionar en la población la idea de un núcleo familiar único.

Sin embargo, las estrategias de los grupos de derecha no son recientes pues históricamente han estado vinculados a los gobiernos en turno, incluido el que surgió tras la revolución de 1910 e institucionalizado en 1929 bajo las siglas del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y que hoy aún existe con el nombre de Partido Revolucionario Institucional (PRI).

De acuerdo con el libro 10 de mayo escrito por la historiadora Martha Acevedo, años antes de la conformación oficial del PNR, en 1916, en plena efervescencia revolucionaria, llegó a Yucatán el texto llamado “La brújula del hogar”, cuya autora fue la feminista estadounidense Margaret Sanger.

Ahí, Sanger planteaba temas como las “enfermedades venéreas” y los métodos anticonceptivos, esas ideas causaron verdadero impacto en las yucatecas de esa época quienes de inmediato organizaron el primer congreso feminista del país. Años después, en 1922 apoyadas por el gobernador Felipe Carrillo Puerto, quien trabajó al lado del general Emiliano Zapata, conformaron las Ligas Feministas.

Estos hechos no fueron bien vistos por las poderosas fuerzas conservadoras del centro de la República, las cuales de inmediato en alianza con Rafael Alducín, fundador del periódico Excélsior y apoyadas por el gobierno de Álvaro Obregón a través del secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, iniciaron una ofensiva para revertir los avances feministas en Yucatán e instaurar en todo el país el 10 de mayo como una efeméride que en lugar de destacar el papel libertario de la mujer, exaltaba únicamente su capacidad de procreación.

Durante varios años en el imaginario social el concepto tradicional de familia fue un dogma, algo que no se podía y tampoco debía cuestionarse. Sin embargo, diversas luchas sociales ocurridas en la segunda mitad del siglo XX visibilizaron no sólo la descomposición y corrupción de la clase política surgida tras la revolución, sino que también dieron voz a inconformidades de diversos sectores sociales como el obrero, el estudiantil, el feminista, y el de los médicos. Fue así como el incipiente movimiento homosexual exigió pleno respeto a su ciudadanía.

En 2001, la llegada de la diputada Enoé Uranga a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, resultaría un factor decisivo para impulsar, desde la sociedad civil organizada, el tema de la diversidad familiar, al menos en el Distrito Federal, por medio de las llamadas “sociedades de convivencia”.

De esta manera comenzaba a quedar atrás la idea de que sólo existía la “gran familia mexicana”, es decir, un núcleo familiar abstracto y regido por la heteronormatividad. Este concepto se sostuvo durante décadas gracias a los mass media, específicamente la televisión. Los debates en tribunas legislativas comenzaron a ser noticia, la idea de que parejas conformadas por personas del mismo sexo pudieran ser reconocidas como familia no fue bien recibida por políticos y grupos conservadores encabezados por la Iglesia católica, quienes intentaron sin éxito, bloquear los avances sociales y legislativos que buscaban el reconocimiento del matrimonio igualitario, hecho que se concretó en la capital del país en diciembre de 2009.

De acuerdo con Albert Esteve y Anna Turu, investigadores de la Universidad de Barcelona, hasta 2010 en México existían 212 mil parejas del mismo sexo, de las cuales 50.3 por ciento estaban conformadas por varones y el restante 49.7 por ciento por mujeres, hecho que colocaría a México como la nación con mayor número de uniones del mismo sexo en el mundo.

Los autores del artículo “México: ¿paraíso homosexual o problemas de registro?” publicado en la revista Coyuntura demográfica, de la Sociedad Mexicana de Demografía, basaron su estudio en el censo de 2010 elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y en el proyecto Integrated Public Use of Microdata Series, y concluyeron que “por primera vez el censo arrojó una cifra que supera en números relativos a la de cualquier otro censo en el mundo, pues 9.6 de cada mil parejas, son del mismo sexo”.

Es un hecho inevitable que las familias en México siguen cambiando, no es posible perpetuar en el imaginario social un modelo de familia tradicional que jamás ha prevalecido.

El Consejo de la Comunicación, grupo conservador y promotor principal del Día de la Familia instaurado el primer domingo de marzo de 2005 por el gobierno de Vicente Fox, debería enfocar sus esfuerzos al impulso de políticas públicas que en verdad protejan y velen por los derechos de todos y cada uno de los arreglos familiares que conviven en México, tal como lo propone la efeméride de la Organización de las Naciones Unidas, la cual se conmemora el 15 de mayo de cada año desde 1994 y que busca conocer los problemas económicos, sociales, y demográficos que afectan a todas las familias sin importar su conformación.

*Periodista.

Twitter: @mariobetorey

Facebook: Mario Alberto Reyes

Nota a los medios: Si su medio desea retomar este artículo, por favor citar la fuente original: https://www.antoniomedina.com.mx

 

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