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La homofobia en México

Por Antonio Medina Trejo *

El 13 de mayo de 1998 se presentó en la ciudad de México la Comisión Ciudadana contra Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH). Un proyecto concebido por el activista Arturo Díaz Betancourt (+), de la organización civil Letra S, que contó en un inicio con el apoyo de estudiantes de la UNAM y la UAM para la revisión hemerográfica, que permitió contabilizar por primera vez los crímenes perpetrados contra personas homosexuales.

La noticia que recogieron 17 medios de comunicación esa tarde en la Casa del Poeta, hace 16 años, fue que en México los homosexuales son asesinados debido a su orientación sexual y al odio que pueden engendrar las personas en contra de quienes rompen con el rol de género establecido.

El dato duro que informaron reporteros y reporteras al siguiente día en sus notas periodísticas, fue que de 1995 a la fecha (mayo de 1998), habían perdido la vida de manera violenta 164 personas homosexuales en nuestro país debido a su orientación sexual. En el último reporte, la Comisión informa que de 1995 a 2013 la cifra llegó a 887 personas asesinadas, siendo el año 2012 cuando más crímenes se reportaron: 97.

Una de las denuncias de la Comisión fue que la gran mayoría de las veces este tipo de asesinatos quedan impunes, pues los criminales tienen la certeza de que no serán atrapados, ya que cuando se sabe de un homosexual asesinado, los prejuicios de peritos, ministerio público, policías, agentes judiciales, y de los mismos familiares, hacen que se dé carpetazo a la investigación y se clasifiquen como “crímenes pasionales entre homosexuales” y no “crímenes contra homosexuales”, como observó aquella tarde el escritor Carlos Monsiváis (+), impulsor también del proyecto.

Por su parte, el activista Arturo Díaz, explicó que los motivos para hacer una Comisión Ciudadana que indagara sobre estos crímenes, era para documentar desde la sociedad civil la violencia criminal que se ejercía contra un sector vulnerable, carente de derechos y excluido de la atención de la justicia.

Todavía en 1998 eran tiempos en los que aún no se tenían las leyes que, como ahora, reconocen al sector LGBT en la capital del país.  El gobierno de izquierda del DF apenas comenzaba a cambiar algunas políticas públicas y no era común que el tema homosexual se hablara con soltura y sin prejuicios en los medios de comunicación. De hecho, es importante recordar que a algunos reporteros les costó mucho trabajo asimilar el término “homofobia”; hubo quien al siguiente día lo confundió con “xenofobia” en su nota periodística.

Con la creación de la CCCOH se materializó una denuncia de antaño que poco o nada querían abordar los medios. Para ese momento el activismo LGBT ya llevaban cuando menos dos décadas alzando la voz en espacios públicos, pero con lo datos contundentes mostrados por la Comisión, el término homofobia se le “vistió” de contenido y explicaciones contundentes al comprobar con hechos cómo una persona homosexual puede ser asesinada por alguien que engendra un odio irracional hacia otra persona debido a su orientación sexual.

Ese proyecto fue inspirado por uno similar en Brasil, que lidera desde 1989 el académico Luiz Mott. En México fue apoyado en su momento por una veintena de personalidades, sin que necesariamente pertenecieran al colectivo LGBT, quienes unieron sus voces en contra del odio homofóbico y criminal para visibilizar una problemática antigua que vivían las personas del sector LGBT, y que, debido precisamente a la homofobia cultural, política e institucional de los entes de gobierno, no se conocía en su justa dimensión.

Luego de tres lustros

Han pasado poco más de tres lustros, y de acuerdo al último informe de la CCCOH, se han registrado en México 887 ejecuciones, siendo la capital del país la entidad con el mayor número de casos (164), seguida por el Estado de México (92), Nuevo León (67), Jalisco (56) y Michoacán (58). De acuerdo al registro hemerográfico revisado hasta finales del 2013 en http://www.letraese.org.mx, se constata que los hombres homosexuales han sido las principales víctimas (700 casos), además de mujeres trans (181) y mujeres lesbianas (6 casos). Es interesante ver que la cifra en crímenes contra mujeres se mantiene igual desde el primer informe de 1998. La edad de las víctimas, en su mayoría, está entre los 18 y 30 años de edad.

Algunos datos del informe son los siguientes: Ataques con arma blanca representan 37 por ciento de los casos (340), por encima de los golpes (180), arma de fuego (110), estrangulamiento (79) y la asfixia (65), entre otros”. Con respecto al lugar en el que aparece el cuerpo de las víctimas, “el domicilio ocupa el primer lugar, con 365 casos; la calle (207), el hotel (61), terrenos baldíos (55) y el lugar de trabajo (40). El promedio de crímenes registrado entre 1995 y 2004 es de 33 casos por año, mientras que entre 2005 y 2013 es de 51”.

Sobre el último dato, cabría preguntarse si a mayor visibilidad del movimiento LGBT, mayores actos de violencia criminal pueden gestarse en la sociedad, pues precisamente en los últimos años, el activismo de disidencia sexual en la ciudad de México ha logrado grandes avances sociales y políticos: las marchas ya rebasan las 100 mil personas y la tolerancia en muchos espacios públicos de la capital y otros estados del país se puede observar a simple vista.

La homofobia allende las fronteras

Siete años después de que se creara la CCCOH, en 2005, organizaciones francesas propusieron que se celebrara el 17 de mayo como Día de Lucha Contra la Homofobia. Al correo electrónico de centenares de organizaciones civiles de todo el mundo llegó una carta firmada por el académico y activista francés, Louis-Georges Tin, del comité IDAHO, quien explicaba que debido a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró de su lista de patologías y enfermedades a la homosexualidad en 1990, era importante que ese día se realizaran manifestaciones públicas para crear conciencia de la homofobia en todos los países del mundo, principalmente en aquellos ocho donde estaba permitida la pena de muerte para personas homosexuales, o en las 80 naciones donde alguna ley o usos y costumbres criminalizaban la disidencia sexual.

Por resaltar algunos casos emblemáticos, en Rusia se ha llegado al extremo de que el presidente Vladimir Putin ha sido promotor de la homofobia de Estado en su país: la beligerancia no se ha hecho esperar. En Uganda y Nigeria, dos países paradigmáticos, los crímenes contra homosexuales, de hecho, se llevan a cabo de manera tumultuaria en las plazas públicas. Contrario a ello, en América del Sur, en Uruguay, el presidente José Mújica lanza consignas a favor del amor, sin importar la orientación sexual, y en Ecuador, Rafael Correa, se disculpa con honestidad ante el colectivo LGBT por un desliz lingüístico y homofóbico.

En ese contexto internacional, México recibió la propuesta del francés Tin, y en muy poco tiempo la asimiló rápidamente, pues ya llevábamos tiempo trabajo desde la sociedad civil y en algunas instancias gubernamentales. A pesar de que se tenía un gobierno conservador a nivel federal, se logró hacer algunas acciones coordinadas entre el CONAPRED y la SSA en contra de la homofobia en 2005 y 2006. La realidad es que hubo un factor decisivo en esas experiencias de gobierno: Don Gilberto Rincón Gallardo, quien sin dudar y pese al conservadorismo del gobierno federal, fincó las bases para otros avances que pronto verían la luz en leyes y futuras políticas públicas.

Pese a ello, el primer sexenio del Partido Acción Nacional estuvo marcado por los deslices homofóbicos del presidente Vicente Fox y de su secretario del Trabajo, Carlos Abascal, mientras que en la ciudad de México el gobierno de izquierda vetó la ley de Sociedad de Convivencia. No obstante, esos años sirvieron para un cabildeo intenso para posicionar el tema de los derechos del sector LGBT, tanto en medios, en espacios públicos, académicos y de convivencia social. Los argumentos sobre el ser homofóbico tuvieron a su vez datos, experiencias de vida y el espejeo internacional, que permitieron ir asimilando el grave problema de la discriminación por orientación sexual.

“Ser homofóbico no es lo inn hoy en día”, comentó a quien esto escribe el periodista Carlos Loret de Mola, en una entrevista para la revista Boys and Toys en 2007, luego de aprobada la Ley de Sociedades de Convivencia. El conductor de televisión asumió que la homofobia es aprendida “de manera natural”, pero que debido a la fuerza social que representa el movimiento gay y su capacidad de respuesta, “lo mejor es ser gayfriendly”.

Lenguaje mata prejuicio

Socializar la palabra homofobia, su significado y convertirla en un término de uso común en los medios, liberó de prejuicios y estigmas heredados del judeocristianismo a muchas personas homofóbicas, de hecho, aún aquellas pertenecientes al colectivo homosexual.

El inicio del nuevo milenio y con el cambio de gobierno, el tema de la homofobia cobró importancia en el discurso mediático. En el imaginario social la connotación del término tenía ya las imágenes de violencia que la Comisión logró posicionar en esos años, a la que se agregaban cifras, definiciones y posturas en contra por parte de sectores académicos, artísticos, intelectuales, líderes de opinión, y cada vez más, activistas de diversos movimientos, no sólo del LGBT.

16 años después de la creación de la Comisión Ciudadana Contra Crímenes de Odio por Homofobia, los resultados, más que materiales, están en el plano de lo simbólico y de cómo un término poco conocido o poco utilizado en el lenguaje cotidiano, logró describir una serie de actitudes que hoy por hoy son motivo de crítica por grandes sectores de la sociedad.

El proyecto no se ha logrado mimetizar en todos los estados del país. De hecho, la metodología para realmente poder tener datos más certeros, es aun endeble, ya que para tener la claridad que se requiere, se necesitaría la colaboración de las procuradurías de todo el país y que hubiera voluntad política para emprender un proyecto nacional, con una metodología práctica que sea de uso común entre instancias de justicia a nivel nacional y organizaciones civiles. Michoacán, Nuevo León y Tabasco son estados donde los activistas llevan algunos registros con una metodología también endeble. El resto del país no ha avanzado al respecto.

Valgan estas líneas y éste mínimo recuento de la experiencia que ha aportado ese proyecto de la sociedad civil, para recordar que la homofobia social, política, interna, cultural, etc; hace infelices a las personas y a los familiares de éstas. Es un flagelo que priva vidas y refleja la imposibilidad de quienes son homofóbicos para el reconocimiento de los otros, los diversos, los diferentes.

El decreto que firmó el presidente Enrique Peña Nieto en marzo pasado, en el que se instituye el 17 de mayo como Día Nacional de Lucha Contra la Homofobia, es un gran avance si no sólo queda en un buen deseo y palabras bonitas. Es decir, si realmente se materializa en acciones de gobierno tanto a nivel federal como en los gobiernos y congresos de, cuando menos, los estados con gobiernos priistas.

Si bien el tema del matrimonio y adopción urge se homologuen a nivel nacional y que la seguridad social del IMSS, ISSSTE, PEMEX, ISSFAM, etcétera, atiendan a quienes demanden ese derecho; queda en los intersticios de la justicia mexicana infinidad de temas que tienen que ver con la homofobia que deben ser atendidos por los gobiernos. De ahí que este 17 de mayo de 2014, primer Día Nacional de Lucha contra la Homofobia que conmemorará en México, es de suma importancia sacar del clóset todos los pendientes en este importante tema para visibilizarlos y que el decreto no eclipse la realidad que viven miles de personas LGBT en la vida cotidiana en todos los rincones del país.

* Profesor de periodismo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. @antoniomedina41 

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