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Chasing Chasers

Casadores del bicho (VIH)

Por Ricardo Antonio Golzález Vela *

Daniel tiene una misión personal: el próximo viernes por la noche se irá a una fiesta un tanto particular. No planea ir con amigos pues pretende conocer gente nueva en el lugar. Tampoco repara mucho en la ropa que usará, no es necesario. La fiesta será a un par de calles del Metrobus Hamburgo, en la delegación Cuauhtémoc del Distrito Federal; su boleto de entrada es una cooperación monetaria y desnudarse por completo. Se paseará sin ropas ni prejuicios por los pasillos del lugar, tomará cocteles y tal vez consumirá drogas. Las personas que conozca ahí probablemente le pedirán sostener relaciones sexuales con él. Si Daniel tiene suerte, esa noche conseguirá lo que lleva buscando desde hace meses: contraer el virus de inmunodeficiencia humana, VIH.

La práctica del bugchasing (cazar el bicho es el equivalente en español del término en inglés) es realizada en su mayoría por hombres homosexuales. Se denominan a sí mismos bugchasers (cazadores del bicho) y buscan, como Daniel, contraer el virus que causa el SIDA. Las razones son diversas, y las reacciones de las personas ajenas a esta práctica son, en su mayoría, escandalizadas.

“Gracias a Dios yo nunca he tenido que tratar con alguien así”, comentó el fundador del consejo directivo de una organización no gubernamental que toma parte en la lucha contra el SIDA en México desde 2003, cuando le fue solicitada una entrevista vía telefónica. Y es que, en efecto, cuando se escucha sobre alguien que busca infectarse de esta enfermedad sin una cura existente las reacciones posibles se reducen a la sorpresa.

Si uno teclea bugchasing en el ordenador, el buscador de internet arroja resultados cuyos títulos alarmarían a los lectores: “Yo jugué a la ruleta rusa del SIDA”, “El sexo de la muerte” o “La moda de infectarse de SIDA” abundan entre la búsqueda. Sin embargo, y muy alejadas de la primera idea que uno puede concebir al respecto, existen más de una razón por la cual un seronegativo pretende convertirse en un seropositivo.

Cazar una condición de salud

Cuba es uno de los países miembros de la Organización Mundial de la Salud más reconocido en cuanto al progreso que en materia de salud refiere. Margaret Chan, directora de la OMS, calificó la labor de Cuba como un modelo de integración para buscar prevenciones a los problemas de salud.

Cuando la pandemia del SIDA llegó a la isla a mediados de los ochenta, las autoridades de salud no perdieron el tiempo en averiguar todo lo posible al respecto de esta nueva enfermedad. En 1986 se abrió el sanatorio (o sidatario) Santiago de las Vegas, el primero de los catorce que existen en el país. El objetivo de estos albergues era resguardar a las personas que eran detectadas con la enfermedad para realizar investigaciones y generar una posible cura. Antes de 1996 la estancia en los sidatarios era permanente y obligatoria; a cambio, los seropositivos recibían vivienda, alimento, e incluso actividades recreativas dentro de las instalaciones del albergue.

Grande fue la sorpresa de los investigadores cuando descubrieron que algunas personas en condiciones de pobreza comenzaron a infectarse intencionalmente con el único objetivo de ingresar a estos albergues para recibir las atenciones recibidas por los infestados.

“Aquí en la Clínica Especializada Condesa (ubicada en Benjamín Hill 4, en la colonia Condesa de la Ciudad de México) atendemos a más de nueve mil pacientes de forma permanente, y realizamos más de cien pruebas gratuitas diarias”, comparte Luis Manuel Arellano, subdirector de Vinculación e Integración Comunitaria de la Clínica. “Muchos chavos dicen ‘me dieron un diagnóstico positivo de VIH’, pero tienen IMSS, entonces no los puedo atender en la Condesa, los tienen que atender en el IMSS pues el servicio de la Condesa es para personas sin seguridad social. ¿Sabes que nos dicen? ‘No, yo quiero que me atiendan en la Condesa’; les da un estatus”.

Históricamente las sociedades han tenido que luchar contra diversas enfermedades. En el siglo XIX la tuberculosis azotó a las grandes poblaciones de Europa. Sin que fuera deliberado, muchos artistas (escritores, pintores, cantantes, entre otros) adquirieron la enfermedad: Anton Chéjov, Voltaire y Edgar Allan Poe figuran entre la lista de personalidades que padecieron la tuberculosis. Las sociedades construyen inconscientemente un estatus asociado al diagnóstico de la enfermedad.

Lo mismo ocurre con el VIH/SIDA. Existieron personalidades como Michel Foucault, Rudolf Nureyev, Gia Carangi, y muchos otros faros del camino en la rama de su especialidad que murieron a causa de complicaciones debidas al síndrome de inmunodeficiencia.

Antonio Medina, periodista y activista pro derechos de los homosexuales, asegura que ser portador se convirtió, en algún momento de la década de los 90, en una cuestión elitista. “Si vivías con SIDA le mostrabas al mundo que tenías los recursos para pagar los medicamentos y servicios requeridos”, comenta en entrevista.

“En México [el bugchasing] comenzó como un asunto de copiar formas de relacionarse iniciadas en Estados Unidos, Canadá y parte de Europa. Sin embargo, las personas que en México saben sobre el tema y lo practican son jóvenes de condición económica acomodada que tienen acceso a internet y a la información en otros idiomas”, relata el activista, también profesor de Periodismo en la UACM. “Es una cuestión de pose”.

Sala de chat: www.elchatgay.net (3 de mayo de 2014)

Monsieur20: Busco bugchaser.

(0 mensajes en respuesta).

Monsieur20: ¿Hay algún bugchaser por aquí?

Tlahuac-A32: Hola qué es bugchaser?

(1 mensaje en respuesta)

Monsieur20: Tengo sida y quiero pegárselo a alguien, ¿quién quiere?

Andresbogota203: Yo papi yo quiero.

Luis19a: Ke riko k me contagies.

Teen_vallenato: Soy del df quiero que me preñes con tu virus. De dónde eres?

(6 mensajes en respuesta)

“Ni el 10% de la comunidad gay en México conoce el tema del bugchasing” comenta Antonio.

Cazar la disidencia

Vinculada a la práctica del bugchasing existe la práctica del bareback (tener relaciones sexuales “a pelo”, es decir, sin condón). El bareback es una plataforma por la cual existe el bugchasing. Tener relaciones sexuales sin condón tiene como objetivo principal generar mayor placer a quienes sienten amputada la sensibilidad debido al uso de preservativo.

El bareback es una explosión de realidades distintas frente a los estatutos impuestos por las campañas de salud en el Distrito Federal las cuales, hasta ahora, “se han encargado de homogeneizar a los públicos a quienes van dirigidos” comparte Óscar Salvador, maestrante en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social del DF.

En las fiestas bareback la eyaculación connota toda una serie de significados y figuras que los practicantes desean. En el semen va contenida la pasión, la lujuria y la euforia causadas por el placer de sentir directamente la piel del miembro dentro de uno. Es esa carga simbólica de los fluidos sexuales la cual une al bugchasing con el bareback; para un bugchaser el semen de un giftgiver (cuyo equivalente al español sería “el otorgador del regalo”, es decir, quien contagia) es lo más preciado.

Sin embargo, las campañas de salud sexual se han encargado de satanizar desde una posición moralina la práctica del bareback; aún si su objetivo principal es sentir mayor placer. “Hay que ver a quién están dirigidas las campañas de salud. Debe haber un enfoque interseccional en la producción de estas campañas y aceptar que existen personas a quienes les gusta coger sin condón”, explica Óscar.

¿No dijo Bataille, acaso, que aquello establecido como prohibido y es transgredido se convierte en la fuente del erotismo? Así, lo subversivo a la promoción del condón resulta en el bareback, y lo contrario a la promoción de la salud resulta en el bugchasing. Existen, pues, quienes buscan contagiarse con el propósito de no adecuarse a lo establecido; les excita la adrenalina.

Pero es innegable que la práctica del bareback implica riesgos. La promiscuidad (no en un sentido peyorativo) puede terminar en contagio, aún si no era lo que se buscaba en un principio. Algunos de quienes practican el bareback se convierten en bugchasers; prefieren saber que son portadores de la enfermedad a lidiar con la preocupación, luego de cada orgía, de si ya han sido contagiados o no. “Después de todo hay una mayor confianza en los retrovirales y una mejor calidad de vida para las personas con SIDA”, concreta el antropólogo por la UAM.

Existe en internet una plataforma de perfiles personales donde las personas adeptas a la práctica del bugchasing se registran con el único objetivo de concretar citas y conseguir el preciado virus. Bugchaserpersonals.com solicita a los nuevos miembros el llenado de una forma donde los datos completan un perfil que se muestra a los otros usuarios. Comenzando por el nombre, los apellidos, el lugar de nacimiento y el lugar de residencia; sigue la solicitud del tamaño del pene, el rol que ejerce durante la relación sexual (¿activo, pasivo o inter?), la preferencia por filias (sadomasoquismo, orgías…), y el estado de VIH (positivo o negativo). La suscripción cuesta veintiséis dólares por mes. A cambio, quienes cazan el bicho encuentran citas o fiestas donde podrán concretar la cacería.

“Si existen estas prácticas, ¿por qué no volverlas una entrada para otra forma de abordar la salud sexual?”, concluye Óscar.

Cazar el tabú

Sala de chat: www.chateagratis.net  (Abril 16 de 2014)

Monsieur20: por qué quieres contagiar?
dfchacalact: porque se debe coger a pelo. Sentir calientito y baboso. Me gusta preñar.

Monsieur20: podemos vernos?

Mensaje: “Fuiste expulsado de este chat por tratar temas inapropiados”

Dentro de la misma comunidad gay existe el temor o la desaprobación de esta práctica. Gran parte de las personas que reprueban el bugchasing entienden el tema desde una idea de suicidio. La realidad no puede estar más alejada; ya que alguien que desarrolla el SIDA, aún sin atender el tratamiento, puede vivir alrededor de dos años. Un suicidio debe ser pronto y efectivo. “Partir de que es una forma de suicidio es una afirmación moral muy fuerte”, asegura Óscar Salvador.

Lo cierto es que aún existe mucha desinformación al respecto del VIH/SIDA. Miles de personas alrededor de todo el mundo se convierten en bugchasers inconscientes. Aún dentro de la comunidad heterosexual, hombres y mujeres se contagian debido al desconocimiento de su estado de salud.

Quienes se infectan, consciente o inconscientemente, pero sin la información debida, no están volteando a ver las expresiones virulentas de la enfermedad. “Existe una verdadera pobreza de la información y una ausencia de la percepción del riesgo” argumenta Luis Manuel Arellano.

El fenómeno del bugchasing en México comenzó a visualizarse a partir de 2005. “Es una muy pequeña minoría, no podemos hablar de una moda o una tendencia en nuestro país”, asegura Antonio Medina.

Lo cierto es que vivir con VIH construye una identidad en las personas. Las prácticas alrededor de esta enfermedad son diversas y, en efecto, subversivas a lo que conocemos en nuestra sociedad. El mundo del VIH es muy vasto, aspecto primordial del cual podemos valernos para aceptar la diversidad de personas existentes.

Un hombre no mayor a los cuarenta años, con el cabello corto y el torso cubierto de vello se acerca a Daniel para invitarle un trago. Le enseña una pequeña bolsa con polvo blanco y ambos sonríen. Se dirigen, tomados de la mano, hacia uno de los cuartos que el lugar ofrece para mayor privacidad de los asistentes a la fiesta. Al cerrar la puerta, Daniel abre las posibilidades de lograr finalmente su cometido; después de todo, no hay sexto malo.

* Con este texto el autor acreditó con la máxima calificación la materia de géneros periodísticos en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Se publica este reportaje en este espacio con la autorización del joven estudiante. 

Bibliografía:

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