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Los juguetes no tienen género

Por Charlie Dosveceslopez *

Yo sí fui uno de esos jotitos que les pidió una Barbie a los Reyes Magos, seguro de que la traerían porque siempre fui el ñoño/bien portado/del cuadro de honor, al que todos odiaban en la primaria. [JAJAJAJA]

Soñaba con peinar su cabello, ponerles ropa linda y los tacones más hermosos. Los domingos se ponía un mercadito cerca de la casa de una tía, en el barrio de La Asunción, en el centro de Xochimilco, donde una señora se especializaba en vender todo para las Barbies: vestiditos de todos tipos (todos hechos por ella), zapatillas, lentes de mil colores, pulseras, aretes y sombreros; junto a ella, estaba el señor de los cochecitos, a quien le compraba uno o dos cada ocho días, siempre un clásico, ¡los Roll´s Royce me encantaban! Pero siempre me quedé con las ganas de tener una caja enorme con todo para mis muñecas.

Mi afición por los carritos no estaba peleado con mi fascinación por las Barbies. Mi niño interno, inocente y creativo, daba rienda suelta a la imaginación con los juguetes “propios” de los niños como los de las niñas.

La recompensa venía cuando a mi hermosa prima Jesi sí le traían unas lindas Barbies que yo peinaba como nunca se ha visto. Jugábamos abajo de las enormes jaulas de pájaros que simulaban ser castillos; eran horas de diversión. Nunca me regañaron, quizá porque mi prima no tenía nadie con quién jugar: éramos cómplices de nuestras soledades. Su papá la mandó a vivir de muy niña a casa de la bisabuela, cerca de la mía; ella hija única y yo joto único… ¡éramos las mejores amigas!

Guardo los recuerdos más bellos de mi infancia; aún andan por ahí algunos cochecitos y mis inseparables Playmobil, con los que me divertí tanto en interminables soliloquios de imaginación, esa guarida de los putitos que desde niños sorteamos una extraña homofobia escolar, familiar y docente. Los homosexuales nos forjamos y nos defendemos desde la niñez, de hecho, antes de saber que lo somos.

Ojalá que con el paso del tiempo podamos tener el gusto de contar cada vez más historias de niños y niñas a quienes los Reyes Magos les traigan los juguetes que piden, sin que estos ensotanados imaginarios les hagan creer que los juguetes tienen género y se juegan solamente de acuerdo a él.
Es deseable que cada vez haya más padres y madres preocupados por la alegría de sus hijas e hijos, sin que se impongan los prejuicios de los detractores de una infancia feliz, que imponen estrictas reglas (que se reflejanen la industria de juguetes infantiles), determinando colores y roles de género a los juguetes, que privan a niños y niñas al jugar, limitando la imaginación, el desenvolvimiento equitativo y construir sus identidades con libertad.

* Texto publicado en el Facebook del autor: https://www.facebook.com/dosveceslopez?fref=ts y retomado para este espacio por considerar que hace una extraordinaria reflexión sobre el tema de los juguetes que desean los niños y las niñas y que por imposición social y de género, no pueden jugar con ellos. Sin duda un tema del que vale la pena reflexionar más.

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