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Derecha mexicana incita al odio contra familias LGBT

– Usan a niños y niñas para justificar sus prejuicios

26, julio, 2015

Por Antonio Medina Trejo *

Grupos conservadores de Jalisco y otros estados del país, vinculados al Partido Acción Nacional y a la jerarquía católica, están a disgusto por la determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN-43/2015) sobre la constitucionalidad de las uniones entre personas del mismo sexo, por lo que han emprendido una serie de acciones para persuadir a las instituciones del Estado mexicano para que incumplan dicha determinación. Una de esas acciones fue la marcha a la que convocaron en algunas ciudades del país el día de ayer, en donde exhibieron sus prejuicios en el espacio público en contra de las familias homoparentales, usando de por medio el argumento perverso de la supuesta defensa de las niñas y niños a tener una familia con padre y madre.

Con esa acción, quienes dicen ser personas de fe y enarbolan como propios los valores morales, incitan al odio social hacia familias conformadas por parejas del mismo sexo, sus hijos e hijas; al tiempo de tergiversar la realidad con prejuicios homofóbicos que refuerzan el estigma en contra de un sector de la sociedad mexicana que ha sido históricamente excluido de derechos, violentado y criminalizado, precisamente por los dogmas inamovibles que interpretan de textos bíblicos sobre la supuesta naturaleza de la familia nuclear, que de acuerdo a un supuesto mandato divino afirman que: “la familia debe estar conformada por un hombre y una mujer, y el fin de esa unión es la procreación para preservar la especie”.

Estos grupos conservadores, que en muchos momentos se han tornado beligerantes, aunque encubiertos en el anonimato, representan una postura minoritaria en la sociedad mexicana, pues en la convocatoria que hicieron en Guadalajara, Chihuahua, Durango, Sonora y otros estados, no se cumplieron las expectativas de las miles de familias que saldrían a protestar. La cuestión es que, si bien son grupos reducidos, tienen suficientes recursos económicos y nexos con políticos conservadores que les permite emprender acciones persuasivas en medios de comunicación y espacios públicos.

No es secreto que sus líderes están vinculados a jerarcas de muy mala reputación, como el retirado cardenal de Jalisco, Juan Sandoval Íñiguez, o el mismo Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, quienes desde sus púlpitos mediáticos han violado los principios fundamentales de la laicidad del Estado mexicano al intervenir en política y retar a las instituciones para que no cumplan con mandatos constitucionales, aduciendo la libertad de conciencia de funcionarios. Esas acciones las hacen sin ninguna consecuencia legal, pues gozan de la impunidad cada que incitan al odio y la homofobia con sus dichos públicos.

El enojo de ese sector radica en que un poder del Estado mexicano le ha dado la razón jurídica y constitucional a las parejas conformadas por personas del mismo sexo que desean unirse legalmente. No soportan que los magistrados y magistradas de esa soberanía hayan deliberado y discutido el tema desde la mayor objetividad posible, con los argumentos legales y jurídicos apegados a los preceptos constitucionales vigentes, y, que al final determinaran que el derecho asiste a las personas LGBT que deseen unirse en matrimonio civil, tal como lo hacen las parejas heterosexuales, además de tener el derecho de adoptar infantes si así lo desean.

En sus resolución la Corte fue contundente: “La ley de cualquier entidad federativa que, por un lado, considere que la finalidad de aquél (matrimonio) es la procreación y/o que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es inconstitucional”.

Las deliberaciones siempre estuvieron vinculadas a la realidad social que, de hecho, ya viven las familias LGBT. De acuerdo al abogado Alex Ali, la Corte pudo haber esperado a que se acumularan más demandas en mayor número de estados para sentar jurisprudencia, “pero la decisión visionaria y su papel como Tribunal Constitucinal, optó por emitir un criterio general que pudiera aplicarse al estudio de cualquier Código Civil o Familiar en el país”. Por ello, los grupos conservadores están realizando estratégicamente sus acciones, pues calientan la opinión pública para atemorizar a legisladores y legisladoras de la siguiente legislatura, la cual inicia en septiembre en la mayoría de los congresos del país y en la Cámara de Diputados.

¿Qué hay detrás de este trascendental fallo? ¿Cuáles son los beneficios que traerá a la sociedad en su conjunto? ¿Cómo es visto México con esta decisión? Son algunas de las preguntas que han surgido y que son deliberadas fuertemente en las redes sociales, en espacios de opinión pública, e la academia, y desde luego en la sobremesa de muchas casa en nuestro país.

En primera instancia, es importante decir que la Corte deja en claro que México es un país laico y que los dogmas religiosos no pueden impregnar los fundamentos constitucionales que garantizan derechos, en este caso, el derecho a acceder al matrimonio igualitario a todas las personas, sean heterosexuales u homosexuales. Con esta decisión, la Corte redefine su función primigenia al garantizar derechos de una minoría social y elimina los vestigios religiosos al matrimonio civil que estuvo preservado para parejas conformadas por parejas heterosexuales. En este sentido, el valor fundamental que se reivindica es el de la igualdad.

En segunda instancia la sociedad mexicana gana con la apertura de una Corte que privilegió la razón y los derechos frente a los prejuicios culturales que han lacerado a hombres y mujeres no heterosexuales en la historia de nuestro país.

La lucha LGBT ve materializado uno de los propósitos más importantes al acceder a derechos, pero no sólo el movimiento de la diversidad sexual gana, sino todo el país, pues las reivindicaciones de gays, lesbianas, bisexuales, personas trans y la defensa de quienes se han constituido en familias con hijos biológicos o adoptados, hace de México un país más plural, que se acerca al sueño de la democracia, de la igualdad y la decencia… sí, esa decencia a la cual se refirió el ex presidente Zapatero cuando se aprobó la ley de matrimonio igualitario en España, pues ser “decente” no tiene que ver con la defensa a ultranza de la “moral y las buenas costumbres” discriminando e incitando al odio social hacia familias constituidas por dos padres o dos madres y sus hijos e hijas. Ser decente implica el respeto a las diferencias, a la otredad; defender los derechos de todos y todas para lograr la armonía social y la añorada igualdad.

* Profesor de periodismo de la carrera de Comunicación y Cultura de la UACM.

Fuente: AM Comunicación e Información (AMCeI) @antoniomedina41

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