CENSO 2020 EXCLUYE A FAMILIAS LGBT
Por Antonio Medina Trejo
En este mes de marzo se celebran dos efemérides importantes, el 16 de marzo se cumplieron 13 años de la puesta en marcha de Sociedades de Convivencia (2007), y el día 4 del mismo mes cumplió una década el Matrimonio Civil Igualitario (2010). Ambos logros legislativos son el resultado de la lucha social, política y cultural que emprendieron gays, lesbianas, bisexuales y personas trans (LGBT) en la Ciudad de México desde finales de los años 70.
Estos avances de un sector históricamente estigmatizado, no sólo han logrado posicionarse en el discurso político sobre los temas de los de derechos de parejas del mismo sexo para vivir en unión civil, sino en la iconografía de las diversas formas de representar a las familias en México que ha obligado a pensar la familia en plural, como sucedió en el Censo de Población y Vivienda 2010, cuando el INEGI por primera vez en la historia de México indagó sobre los vínculos familiares y filiales.
Esa inclusión del Censo de hace una década permitió a Cecilia Rabel, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, y a Edith Gutiérrez, de El Colegio de México, indagar en las estadísticas para conocer el número de familias conformadas por parejas del mismo sexo, con hijos o sin ellos, tendiendo como resultado que al rededor del 1% de los más de 26 millones de familias en México tenían en 2010 a dos mujeres o dos hombres como jefes de familia.
En ese sentido, la lucha de la diversidad sexual, que en aquel momento tenía más de tres décadas de salir a las calles a exigir respeto y un alto a la violencia homofóbica, logró permear en el imaginario social y en la acción política a base de repetir un discurso libertario que exigía a la sociedad y al Estado mexicano la igualdad de derechos para la disidencia sexual.
Arrebatar a los sectores conservadores la exclusividad de la idea de familia y exigir al poder legislativo hacer leyes a favor de todas las familias, ha sido un logro que no ha podido llegar a todo el país. Al corte de 2019 se habían unido legalmente 11 mil 732 parejas LGBT en los 12 estados donde se legisló. Seis estados más han sido señalados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para que legislen al respecto.
Hoy en día aguerridos activistas siguen cabildeando en 14 Congresos, tal como sucedió en la primer década de este siglo con Sociedades de Convivencia y Matrimonio Civil Igualitario en la Ciudad de México. Desafortunadamente, al igual que hace 20 años, la idea religiosa de la familia, que de acuerdo a dogmas judeocristianos sólo debe ser entre un hombre y una mujer, es una postura defendida por grupos conservadores insertos en bancadas morenistas, panistas y priistas.
Ese conservadurismo que hace mayoría, tiene detenido el avance del matrimonio igualitario en 14 estados en donde hay legisladoras y legisladores con visiones libertarias que sí lo defienden y basan su actuar legislativo bajo los preceptos constitucionales de la no discriminación y los razonamientos objetivos que ha esgrimido la SCJN en su resolución 43/2015.
Este año que se realiza el Censo 2020, se observa que en la batería de preguntan no se indaga sobre familias conformadas por parejas del mismo sexo, como sí sucedió en el Censo 2010 en el que se arrojó la cifra de 229 mil 473 hogares conformados por dos hombres o dos mujeres, de los cuales 172 mil reportaron tener hijos o hijas.
Sería de esperarse que una década después, con un gobierno supuestamente progresista, que dice defender los derechos de las minorías, se indagara (en la lógica de la progresividad de derechos) sobre las familias de la diversidad sexual en México, entre otros motivos, para ser tomadas en cuenta en la toma de decisiones gubernamentales. No obstante, para el ocupante de Palacio Nacional no resultó importante conocer cuántas familias LGBT existen en México, pues a todas luces su visión está más cercana a los dogmas de los grupos religiosos que le rodean que a lo que establecen las leyes antidiscriminatorias del país que se obsesionó en gobernar.
De cualquier forma, la lucha de la diversidad sexual seguirá apostándole a la igualdad y al derecho a amar sin que la orientación sexual de las personas sea motivo de exclusión en ningún lugar del país.
El activismo no institucionalizado, el de a pie, contestatario y propositivo, seguirá trabajando y cuestionando ideas retrógradas que generen exclusión y la discriminación hacia quienes desean conformar familias con personas de su mismo sexo. Faltan muchos otros temas por avanzar hacia la plena igualdad de derechos, los cuales seguirán siendo motivo de lucha para activistas, tanto en lo personal como en lo político.
@antoniomedina41
*Texto publicado originalmente en Big Bang México el 17 de marzo, 2020.