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“Hombres de costumbres raras”. A 112 años de la redada de los 41*

Antonio Medina**
México DF,
noviembre 12 de 2013.

El escritor Carlos Monsiváis decía que después del baile de los 41, a inicios del siglo XX, surgió una suerte de “identidad sexual moderna”, que estimula y estructura “la idea pública de la sexualidad normal y anormal”.

De alguna forma, aquel suceso dio pie para que se hablara públicamente de los homosexuales en México. El tema cobra relevancia este mes de noviembre cuando se cumplen 112 años de la famosa redada de los 41, ocurrida el 18 de noviembre de 1901, cuando 42 hombres fueron sorprendidos por la policía porfiriana, en alegre fiesta dentro de un palacete afrancesado de la calle de La Paz, en la ciudad de México.

41 hombres homosexuales fueron detenidos y sentenciados. Sólo uno logró escapar. Se dice que el hábil hombre era Don Ignacio de la Torre, hacendado, ex patrón de Emiliano Zapata y yerno del dictador Porfirio Díaz.

El suceso trascendió a los periódicos de la época, en donde las clases ilustradas leyeron sendos titulares con términos y palabras como “hombres de costumbres raras”, “mujercitos”, “lagartones”, “maricones”, etcétera; mientras que el pueblo iletrado se informó viendo los grabados de José Guadalupe Posada, que enfatizaban el aspecto caricaturesco y femenino de hombres travestidos.

La herencia de ese estigma y el escarnio público se replicó durante todo el siglo XX en los medios de comunicación; primero en los periódicos, y con el pasar de los años, las décadas y el desarrollo tecnológico para comunicar masivamente, en la radio y el cine. A partir de los años 50, en la televisión. En el nuevo siglo: en internet.

En ese sentido, los espacios mediáticos han relejado los prejuicios judeocristianos de la sociedad. Han sido constructores de sentido del estereotipo homosexual. Y tal como sucedió con los reportes periodísticos sobre el baile de los 41, el discurso en torno a los homosexuales estuvo marcado por visiones moralistas, por la incriminación y por una suerte de culpa social en la que se les atribuyeron sus desgracias “por su forma de ser”.

Las noticas sobre “maricones” tenían una connotación social perversa, la gran mayoría de las veces teñidos de sangre, con imágenes soeces y con una alta dosis de explicaciones psicoanalíticas. Los titulares periodísticos lucraron con la violencia de la cual fueron objeto en “crímenes pasionales entre homosexuales”, por andar en fiestas donde terminaban muertos y sus cuerpos abandonados en hoteles de paso, terrenos baldíos o en sus departamentos.

Las luchas sociales de los años 70 fueron el detonante para una reivindicación social de este sector, históricamente discriminado. Es a finales de la última década del siglo XX que algunos medios de comunicación comienzan a abordar el tema homosexual desde una perspectiva de derechos, alejada del discurso criminológico o psiquiátrico. Ello como resultado de avances en leyes, en lo político y en lo cultural, que ha permitido avanzar en la visibilización de éste y otros sectores subalternos.

Si bien siguen existiendo coberturas mediáticas estigmatizantes sobre los homosexuales hoy en día hay cada vez más sectores progresistas en los medios que le apuestan a la objetividad y están rompiendo con el paradigma del escarnio, el odio y el estigma que nos heredó el periodismo del siglo XX.

*Publicado en el Suplemento DH del periódico Milenio el 4 de noviembre de 2013.

**Profesor de periodismo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Twitter: @antoniomedina41
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