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ESTEBAN ARCE, EL VENENO CONSERVADOR EN TELEVISA

Durante la clausura de un evento organizado por la Confederación Patronal Mexicana en la Universidad Autónoma de San Luis de Potosí (UASLP), el conductor Esteban Arce impartió la conferencia “Familia, valores y libertad de expresión”, en la que una vez más atacó el matrimonio entre personas del mismo sexo y defendió con la ultranza que lo caracteriza, el modelo tradicional de familia.

Arce Herrera, quien durante su juventud condujo una serie de programas televisivos en los que la sorna y burla hacia las características físicas de las personas fue una constante, criticó severamente lo que definió como “ideología de género” al señalar que dicho discurso hoy en día golpea a la familia.

“Yo no soy políticamente correcto porque lo políticamente correcto es la ideología de género que es entender las cosas que no van con la naturaleza humana. Somos hombres y mujeres, no hay más. Y eso es una certeza. No se dejen llevar por modas”.

Si bien el discurso del conductor de Foro TV carece de todo rigor científico y académico, sí debe haberlo en el análisis que de este se haga, pues tal como lo escribí en mi libro Representación social de los homosexuales en los medios de comunicación: devenir, estigmas y la lucha por la igualdad, el tema de la forma en que la homosexualidad es representada en los mass media, atraviesa por visiones machistas y heteronormativas que imponen formas de ser desde los espacios de comunicación, y alimentan el odio contra las diferencias.

“La homofobia es el perro guardián del machismo”, decía categóricamente Arturo Díaz Betancourt, destacado activista por los derechos de la diversidad sexual, al momento de denunciar los crímenes cometidos en contra de las personas no heterosexuales.

En pocas palabras, el machismo es una práctica social históricamente arraigada y el patriarcado es la institucionalización de esa estructura jerárquica que sanciona y niega derechos a quienes salen de su normatividad heterosexista. En este contexto debe entenderse lo acontecido con Esteban Arce en la UASLP y anteriormente con el tema del llamado “Autobús de la Libertad”, iniciativa puesta en marcha por el Consejo Mexicano de la Familia, integrado por asociaciones civiles que reconocen únicamente a la familia tradicional y detractan la diversidad familiar.

En una sociedad democrática, cualquier persona tiene derecho a expresarse libremente sin importar el tema del que se trate, los problemas empiezan cuando la libertad de expresión lesiona y trastoca la dignidad y los derechos de otras personas. Más grave aún, cuando en aras de una supuesta defensa de valores morales, se atenta contra la laicidad y vigencia plena del Estado de Derecho.

Esteban Arce, otra vez, ahora ante una comunidad universitaria, emitió opiniones que si bien son personales, están sustentadas en prejuicios y mandan mensajes de intolerancia. Amparado en la libertad de expresión, de la que por cierto no habló en su conferencia en la UASLP, Arce Herrera de nueva cuenta cometió tropelías contra los derechos de las personas LGBTTTI y de las familias conformadas por parejas del mismo sexo.

Vale la pena preguntarse por qué alguien como Esteban Arce, quien con sus declaraciones fomenta el odio y descalifica la diversidad, tiene cabida en una empresa como Televisa, cuyo Código de Ética “reprueba cualquier práctica o acción ilícita sin importar su índole o magnitud”. Más aún, cuando ese documento asevera que los empleados “están obligados a cumplir con las disposiciones internas que se emitan conforme a las leyes aplicables en cuestión de derechos humanos”.

Tal pareciera que la responsabilidad social de Televisa está acotada por la rentabilidad otorgada por ese etéreo concepto llamado “rating”, al grado que durante varios lustros la dirigencia de la empresa no se ha percatado de las actitudes misóginas, machistas, homofóbicas y discriminatorias de Esteban Arce hacia todos aquellos que salen de la norma. Así lo hizo en el programa El Calabozo, a mediados de los años 90, donde la ofensa y el desdén en contra de indígenas, adolescentes, jóvenes, mujeres, personas de tez morena, obesas, “viejas” o aspecto “humilde” que denotara pobreza o “naqueza”, era el “material lúdico” que sustentaba esa emisión.

En ese entonces aún no llegaba la fallida transición democrática, cuyo uno de sus escasos méritos fue la creación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, intento loable de fuerzas progresistas que en un ambiente conservador intentaron poner en marcha una instancia gubernamental que combatiera las prácticas discriminatorias. No se logró del todo, pues dicho organismo carece de carácter punitivo, no impone multas o castigos, solamente recomienda y llama a la partes a la conciliación.

Incluso la reforma de 2014 en materia de telecomunicaciones, que establece acciones y procedimientos para garantizar la defensa de las audiencias, y que le otorgan el derecho a recibir contenidos libres de discriminación respetando los derechos humanos y la igualdad de género, ha sido insuficiente para frenar desde el ámbito legal los discursos de odio e intolerancia de comunicadores como Arce Herrera.

No hay que olvidar que el discurso de odio del comunicador está respaldado por la jerarquía católica y el fanatismo de grupos conservadores opositores al reconocimiento de derechos del colectivo LGBTTTI, así como a la impartición de educación sexual en los planteles escolares.

Estos grupos, pertrechados en lo que han llamado Frente Nacional por la Familia, a todas luces laceran no sólo la dignidad de quienes conforman la diversidad sexual y de los arreglos familiares que, sustentados en el amor y en el respeto han conformado, sino de la laicidad y plena vigencia del Estado de Derecho que debe prevalecer en México.

El artículo primero constitucional es claro al prohibir toda discriminación motivada por las preferencias sexuales de las personas y que tenga por objeto anular o menoscabar sus derechos y libertades.

En la historia, la sexualidad ha sido un mecanismo de control social al generar sentimientos de culpa. El veneno de Esteban Arce, del Frente Nacional por la Familia y de quienes se oponen a la ciencia y a los derechos humanos, no debe afectar las arterias de la transición democrática. Tratemos de vivir más libres.

*Secretario Nacional de Diversidad Sexual del Partido de la Revolución Democrática

Texto publicado en la revista Zócalo del mes de octubre, 2017.

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