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Sociedad civil. Dignidad ciudadana ante el insulto presidencial (2/3)

Despertar de la sociedad civil: feminismo, diversidad sexual y lucha contra el VIH

Por Antonio Medina Trejo *

Los tres movimientos que aquí se defienden, no porque los demás carezcan de importancia sino porque son con los que mayor cercanía tengo, parten de una lucha genuina por el derecho de las personas a existir y decidir, a amar y formar o no familias, a erradicar cánceres sociales como la violencia machista, de género, la diversifobia, sin olvidar la batalla en contra del estigma social asociado a la condición de salud.

Hoy en día, los avances en leyes, políticas públicas y en el imaginario cultural no se podrían pensar sin los aportes de la #SociedadCivil organizada que, con el paso del tiempo, fue tomando relevancia y sus acciones lograron permear en los espacios donde se toman las decisiones que regulan la vida social.

En los años 90 florecieron organizaciones civiles que consolidaron la lucha feminista a través de la profesionalización de mujeres que aprendieron a elaborar y desarrollar proyectos, a cabildear en el Poder Legislativo e instituciones gubernamentales y, más allá de protestar, propusieron acciones de gobierno encaminadas a impactar en la vida cotidiana de las mujeres. El derecho al aborto seguro, la perspectiva de género en presupuestos y políticas públicas, los derechos sexuales y reproductivos, la exigencia para detener los feminicidios, fueron, entre muchos otros temas, la razón de ser de la rebeldía propositiva de las feministas.

Con un proceso extraordinario de propuestas lúdicas desde los medios de comunicación, el movimiento de lucha contra el sida se reorganizó y tomó vuelo en los años 90. Irrumpió en el espacio público con el escándalo de la muerte causada por la falta de medicamentos y atención especializada, pero además, exhibió la discriminación y el estigma social experimentado por quienes fueron impactados por la pandemia. Este movimiento ha educado al gremio médico, a tomadores de decisiones, y a medios de comunicación, teniendo un impacto positivo hacia quienes viven con VIH en la sociedad en su conjunto. El acceso universal a la salud de las personas con VIH y que hoy suman más de 180 mil casos, fue un logro indiscutible de una #SociedadCivil que se organizó, como decía Monsiváis.

En tanto, el movimiento de la diversidad sexual, una vez que salió del letargo en el que cayó a finales de los años 80, resurgió con la llegada de la izquierda al gobierno de la capital del país, a la Cámara de Diputados, y a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) en la que ocupó importantes espacios. En 1998 se registró un momento cumbre en la ALDF con la realización del Primer Foro Legislativo de la Diversidad Sexual organizado por el diputado David Sánchez Camacho del Partido de la Revolución Democrática, en el que se dieron cita el activismo capitalino y del resto del país para visibilizar los anhelos de una comunidad discriminada, violentada y negada en sus derechos fundamentales.

Activistas de la vieja guardia asesoraron a legisladores y legisladoras. De esta forma, incidieron en la elaboración de leyes contra la discriminación, primero en la capital del país y posteriormente en el ámbito federal. En los estados sucedió algo similar con los liderazgos locales. Ayudaron a elaborar discursos para ser pronunciados en el pleno, redactaron la exposición de motivos de propuestas legislativas que incluyeron por vez primera los conceptos de preferencia y diversidad sexual.

El activismo LGBTTTI obtuvo avances acompañando al único partido que dio cabida a su agenda, logros que actualmente se reflejan en la apertura social hacia la diversidad sexual y en la cantidad de personas que año con año asisten a las Marchas del Orgullo. Lejos quedó 1979 cuando un puñado de 100 manifestantes salió a las calles. Ahora, en 2018, lo hicieron más de un millón de hombres y mujeres.

La Sociedad Civil organizada logró en los últimos 30 años avances que han beneficiado la vida cotidiana de amplios sectores de la sociedad. Sus aportes han contribuido a la construcción democrática del país, muchas veces en detrimento de proyectos personales de los y las activistas, que lejos están de hacer fortunas o vivir con los mínimos necesarios, pues a pesar de que hay quienes se han corrompido o lucrado con los movimientos sociales -un tema que está por analizarse a mayor profundidad- la gran mayoría de quienes se dedican a la lucha social lo hacen por convencimiento, por aportar a sus comunidades bienestar, acceso a la justicia y los derechos.

@antoniomedina41

#SiMonsiVivieraConNosotrosEstuviera
#AsiNoSrPresidente
#SociedadCivil

 

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